En los últimos años el metal ha sufrido muchas caídas, además de que el género ya no es tan escuchado por las nuevas generaciones, ha tenido una pérdida tras otra: Lemmy muere en el 2015, la separación de Black Sabbath en el 2017, la muerte de Malcom Young, la mente maestra de AC/DC, hace pocos meses y seguida por la desintegración de la banda, incluso recientemente nos hemos enterado de que el mismo Glenn Tipton de Judas Priest no podrá participar en la gira del nuevo disco debido al párkinson que le han diagnosticado.
Pero saber que una banda veterana como Judas Priest sigue rockeando y grabando música de tan buena calidad que hace que sus fans debatan sobre cuál es el mejor trabajo de su carrera, enciende ese fuego otra vez, hace a todos decir: The Priest is Back!
Firepower es un álbum que revive el Metal de la mejor forma en que lo habría podido hacer Judas Priest; Rob Halford, Glenn Tipton, Ian Hill, Scott Travis y Richie Faulkner nos presentan un disco que vuelve a los riffs poderosos y las melodías asesinas tan características de la agrupación británica. No por nada en menos de un mes ya han alcanzado el No. 5 de la lista Billboard 200, que muestra los 200 álbumes más populares de cada semana en E.U.
Mezclando el estilo original de la banda con un toque moderno, que agrega más poder, el disco empieza con la canción de la cual toma el nombre: Firepower, en donde podemos escuchar una batería destructora y una voz tan potente que complementa todo el entorno Priest. Cuando el Metal God comenzó a cantar supe enseguida que se trataba de una pieza maestra, con sus gritos desgarradores y el cambio, nuevamente, al tono de voz que utilizó en sus discos clásicos como British Steel o Screaming For Vengeance.
Casi sin dejarte respirar, comienza Lightning Strike, en donde seguimos escuchando poderosos riffs, el bombo constante de la batería y la inmortal voz del vocalista. Teniendo en cuenta que la banda está muy cerca de cumplir 50 años y que Halford tiene ya 66, quedan de más los elogios.
Una canción que de verdad me sorprendió es Evil Never Dies, para mí una de las mejores del disco, en donde podemos escuchar las icónicas guitarras gemelas, la batería más furiosa del disco, los gritos de Halford que alcanzan el infierno, una parte lenta y, además, confirmamos que Glenn Tipton sigue siendo un maestro del shred.
Siguiendo con algo un poco más lento, pero no menos épico, está Never The Heroes, en donde lo que destaca, y creo que todos coincidimos en esto, es la increible voz del cantante y los arreglos de la misma. Con un coro pegajoso y enérgico, se convierte en un punto de descanso, pero sin dejar la intención álbum.
Necromancer regresa con los riffs poderosos y un juego de solos entre Tipton y Faulkner que me gusta mucho, aunque honestamente esta canción no me termina de convencer.
Seguida de Children of the Sun, con un sonido más clásico, es un momento para respirar, pero no dejar de cantar, con un perfecto intermedio acústico que poco a poco se vuelve más potente dando entrada a un solo de guitarra muy acertado. Nos hace recordar al Judas Priest de hace ya varios años.
Honestamente, cuando comenzó Guardians dije “está Ok, un momento más de tranquilidad, nada del otro mundo”, pero cuando me di cuenta de que es la introducción para la épica Rising From Ruins, ¡Casi me explota la cabeza! La intensidad, y no me refiero a una intensidad Heavy Metal Pesado, sino a que transmite realmente el motivo por el que fue creada, es una de esas canciones que si me tocara presenciar en vivo la cantaría hasta quedarme sin voz.
Flame Thrower es una canción, según mi opinión, muy ochentera, más simple, pero me encanta el estilo que le dieron, una canción desde mi punto de vista, diferente al resto del disco.
Spectre es una canción con la que quedé hipnotizado, un riff muy pegajoso y un toque moderno, la voz de Rob Halford aquí suena más oscura.
Traitors Gate nos mantiene tranquilos solo 25 segundos, hasta que literalmente explota en puro Heavy Metal, la intención que Halford le añade a este tema la convierte en un tema digno de convertirse en un himno.
No Surrender se siente un poco, solo un poco, menos densa que las canciones anteriores, más fresca y rápida, con arreglos al estilo clásico, una voz desgarradora de parte de Halford y todo en poco menos de tres minutos.
Para terminar el disco, los Priest se encargaron de dejarnos dos canciones, que, si no son las mejores, sí resuenan y hacen su trabajo perfectamente, primero tenemos Lone Wolf, que con unos riffs pesados logra ir cerrando el disco para dar la entrada al tema final.
Sea Of Red, con un intro muy tranquilo, acústico y emotivo nos envuelve para soltarnos a la mitad de la canción las épicas guitarras eléctricas, el bajo y la batería, acompañadas por la voz maestra de Halford, solo, para dejarnos con ganas de más…
¡Hasta ahora ya han presentado conciertos incluyendo mucho de su nuevo material, y se siguen escuchando genial en vivo, aún con Andy Sneap supliendo a Glenn Tipton por el párkinson, y Rob Halford cantando una octava abajo, pero vamos, tiene 66 años y sigue siendo uno de los mejores cantantes sobre el planeta!
Me parece que Judas Priest ha hecho un gran trabajo con su álbum número 18, y nos dejan en claro que lo hacen por pasión, más que por dinero, por mantener vivo el Heavy Metal. La mayoría de las canciones están claramente a la altura de Breaking the Law, Painkiller, The Sentinel o Electric Eye, y, aunque nunca nada superará esos clásicos creo que sí podemos sumar otros.
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